Un día un hombre llamado Antonio se enteró de que su amigo estaba enfermo. Tenía una enfermedad
terminal que sólo podía curar el mejor cirujano del mundo, pero había dos inconvenientes:
El primero es que el mejor cirujano del mundo vivía en Estados Unidos y el segundo es que era un médico de pago muy demandado.
Como Antonio adoraba a su amigo, decidió gastarse gran parte de sus ahorros e ir con su
amigo a Estados Unidos.
Cuando estaban por fin en el quirófano, el cirujano, considerado una gran eminencia de la medicina actual, entró con las manos desinfectadas. A continuación la enfermera le puso los guantes al gran cirujano y le pasó el bisturí.
Justo en el momento en el que el cirujano estaba a punto de cortar con el bisturí... Antonio, que estaba en la sala superior, bajó corriendo totalmente convencido, entró en el quirófano sin desinfectarse, y hecho una furia le gritó al cirujano: pare, pare!.
¡Yo he leído en una revista de medicina que es mejor cortar hacia arriba, y con un bisturí más fino, a mí me gusta más de ese modo!
El cirujano se quedó atónito. No daba crédito a lo que oía y le dijo: ¿usted desea que su amigo sobreviva? Antonio comentó: ¡Pues claro, pero es que ...
El cirujano le interrumpió y le dijo: antes de que opere a su amigo, la condición es que usted confíe en mí.
Su trabajo, Antonio, era identificar quién podía salvar a su amigo. Bien, ya ha cumplido con su parte. Ahora, deje que yo me encargue de todos los detalles.
Texto modificado de la web de Yolanda Rios